sábado, 8 de marzo de 2008

La situación como la veo

Solucionada la crisis diplomática en la Cumbre de Río, o al menos así parece ser (aunque a juzgar por la actitud de Correa en el momento de los abrazos al final no parecía estar muy contento).

Algunos comentarios:

Se nota que lo que diga Chávez, lo hará Ecuador y Nicaragua, y en menor escala los demás países que suscribieron acuerdos con los petrodólares de Chavez.

Y los intereses de Chávez no permiten meterse en una pelea diplomática (mas grave). Y es que con sus problemas internos cada vez mas grandes, tiene que seguir disminuyendo esas presiones. Ahora, pensaría, la estrategia es seguir siendo el intermediario de las FARC para la liberación de los secuestrados. Al menos, para la liberación que según varios medios se cree que se realizarán próximamente.

Y tiene sentido: con el golpe de las muertes de Iván Ríos y de Raúl Reyes las FARC necesitan tiempo para reorganizarse. Y ese tiempo lo podrían estar buscando a través de un acuerdo humanitario con despeje. Para ello, necesitan liberar unos cuantos secuestrados más -siempre con Chávez para aumentar su beligerancia y la importancia internacional de su socio venezolano-, pasándole la presión internacional a Uribe para llegar a un acuerdo que logre sacar a la totalidad de los secuestrados aún en la selva.

Que hará Uribe? Dificil decisión: por un lado tenemos la necesidad de sacar de la selva nuestros compatriotas. Por el otro, creo que las Farc nunca habían sentido tanta presión militar como en estos momentos: el plan patriota inicialmente, el plan consolidación actual, la estrategia de recompensas, todo se está juntando para lograr presionar a las Farc para una salida negociada. Sin embargo, las "cartas" de las Farc sin, en primer lugar, los secuestrados, carta que tristemente creo que las Farc la van a exprimir a como de lugar; y la segunda carta, es tener a disposición una salida geográfica para aliviar la presión (la frontera venezolana).

Respecto a esta segunda carta, es necesario tratar de reestablecer los canales diplomáticos que se hayan afectado por esta crisis: hay que hacer entender que el enemigo no es Colombia, sino las Farc.


Insisto: mientras tengamos el negocio de la droga, siempre habrá guerrilla. Pero esta estrategia, junto con la destrucción de cultivos ilícitos y -más importante aún- con las políticas sociales (sustitución de cultivos, educación, presencia real del estado), puede cambiar el rumbo de un país que no aguanta más guerra.

La paz no es el intercambio humanitario

Hay quienes asimilan la búsqueda de la paz con la del intercambio humanitario. No hay tal relación.

El intercambio humanitario es "simplemente" el acuerdo mediante el cual se lograría sacar del desgarrador infierno que viven nuestros soldados y políticos retenidos a cambio de unos terroristas que se encuentran en las cárceles de nuestro país. Plano y simple. Despues de eso, no hay paz, habrá mas guerra.

Los prisioneros de las FARC que vuelvan a la libertad volverán a pelear en las filas de las FARC, son cuadros con experiencia, que las FARC en este momento está necesitando mas que nunca.

Aclaro: no estoy en contra del acuerdo humanitario, pues pienso que cualquier mecanismo (excepto despeje) es válido para lograr sacar de ese infierno a los secuestrados. Pero hay que distinguir las dos cosas.

martes, 4 de marzo de 2008

Otro editorial

El derecho de Colombia de ganar su guerra interna
Alejandro Reyes Posada

Colombia no limita al sur con Ecuador sino con las Farc
Las fuerzas de seguridad colombianas mataron a 'Raúl Reyes' y sus compañeros de las Farc en un campamento localizado en territorio ecuatoriano, con fuego aéreo, y luego aseguraron el campamento por tierra, penetrando el territorio ecuatoriano. Si las relaciones entre Colombia y sus dos vecinos fueran normales y ellos estuvieran dispuestos a apoyarla para recuperar la seguridad interna, las cosas habrían terminado allí y el episodio no tendría consecuencias adicionales. Pero ni Colombia está en una situación normal ni sus vecinos están dispuestos a permitirle ganar la guerra contra la insurgencia. Colombia no está en situación normal, porque libra un gran conflicto con la guerrilla más antigua y experimentada de América y al mismo tiempo lucha para librarse del narcotráfico, el negocio más rentable y corruptor que ha producido el crimen organizado. Y ocurre que la insurgencia y el narcotráfico se desbordaron fuera de nuestras fronteras y encontraron santuario en Venezuela y Ecuador, donde existen gobiernos que se declaran revolucionarios y antiimperialistas y que, por lo tanto, consideran a las Farc como sus camaradas y aliados, porque estas dicen luchar contra la oligarquía colombiana y tienen secuestrados a tres contratistas estadounidenses.Los presidentes Chávez y Correa han dicho que sus países no limitan con Colombia sino con las Farc y ambos tienen razón, porque las Farc ejercen dominio armado y controlan corredores que penetran profundamente en sus territorios, protegidos por sus fuerzas armadas. Por eso establecieron relaciones internacionales con ellas a través de su canciller 'Raúl Reyes', cuya muerte deploran como se lamentaría la del representante de un Estado amigo. Las relaciones fueron establecidas al más alto nivel: en Venezuela, con el presidente Chávez y su ministro Rodríguez Chacín; y en Ecuador, con el presidente Rafael Correa y su ministro de Defensa, Larrea. Esas relaciones incluyen un pacto de protección diplomática que parte del reconocimiento de beligerancia y termina con la defensa militar de los guerrilleros en sus territorios.Colombia no limita al sur con Ecuador sino con las Farc y por eso la incursión militar colombiana que acabó con la vida de 'Raúl Reyes' y su guardia no fue una violación del territorio ecuatoriano, sino una violación del santuario de las Farc en territorio ecuatoriano, que es algo distinto. Y la protesta airada de los presidentes Chávez y Correa por su muerte es la reacción esperada de los aliados cuando cae un amigo en su propia casa, por fallas en el compromiso de protegerlo. Y también explica que la movilización de tropas ordenada por los presidentes Chávez y Correa no se dirigiera a San Antonio y Tulcán, frente a Cúcuta e Ipiales, las áreas más pobladas de Colombia en sus fronteras, sino hacia Arauca y Putumayo, las regiones más ocupadas por las Farc. Esa movilización de tropas no tiene como propósito atacar a Colombia, sino defender a las Farc de futuros ataques de la Fuerza Pública colombiana a sus santuarios.El avance militar colombiano contra las Farc encuentra ahora su verdadero límite infranqueable, que sale a flote con las reacciones venezolana y ecuatoriana ante la muerte de 'Reyes'. Si anteriormente se entendió la internacionalización del conflicto armado colombiano como una carga negativa para los países vecinos, que debían soportar las consecuencias de que Colombia no hubiera solucionado su guerra interna, ahora Colombia debe entender que la internacionalización de las Farc recorta sus posibilidades de ganar su guerra interna, porque su enemigo armado se alió con sus vecinos más relevantes, que ahora consideran a las Farc como representantes verdaderas del pueblo colombiano y desconocen la legitimidad del Gobierno del presidente Uribe, al que llaman representante de la oligarquía y lacayo del imperio norteamericano. Colombia tiene derecho a que sus vecinos respeten el mandato democrático conferido al presidente Uribe, que fue el de ganar la guerra contra las Farc y recuperar la seguridad para el pueblo.

Alejandro Reyes Posada

lunes, 3 de marzo de 2008

Otro link sobre Pradera y Florida

Apareció en El TIempo

Editorial de EL TIEMPO

Por reflejar totalmente lo que pienso, lo adjunto:


Reacciones inadmisibles
03 de Marzo de 2008. Redactor de EL TIEMPO.

Mientras en Colombia, en ceremonia fúnebre presidida por el presidente Álvaro Uribe en el Cantón Norte de Bogotá, se le rendían honores nacionales al soldado Carlos Hernández León, muerto en el combate que dio de baja a 'Raúl Reyes', en Venezuela, el presidente Chávez decretaba un minuto de silencio en homenaje a un "revolucionario consecuente", víctima de un "asesinato cobarde" del gobierno colombiano.
Hay que estar muy 'deschavetado' para ignorar de tal manera la sensibilidad de un pueblo; para ofender tan burdamente la sensibilidad de millones de colombianos que hace menos de un mes, en la más masiva movilización en la historia del país, salieron a las calles a gritar su repudio a todo lo que representa 'Raúl Reyes'. La reacción del mandatario venezolano revela, además, que su relación con los dirigentes de las Farc es más profunda y emotiva de lo que se temía. Y que su influencia sobre el presidente Rafael Correa, del Ecuador, es más fuerte de lo imaginado.
Insólito y paradójico, pues, que un hecho recibido por la inmensa mayoría de los colombianos como un tanto legítimo -y sin precedentes- que el Estado se anota en la larga confrontación con las Farc, haya generado al mismo tiempo un choque diplomático con Ecuador y haya llevado a Chávez a escalar su enfrentamiento con Colombia y con el presidente Uribe a niveles sin precedentes.
Quién lo diría: la muerte, en una operación militar en las duras condiciones de una guerra irregular, del segundo jefe de una organización armada responsable del dolor de cientos de miles de personas ha sido calificada por Chávez como un "asesinato cobarde".
Una falta de conexión con las realidades y sentimientos imperantes en Colombia muy semejante a la del artículo de Anncol, agencia oficiosa de las Farc, que tituló la muerte de 'Reyes': 'Uribe asesina a otro sindicalista'. Pero, más allá de estas elocuentes demostraciones de cercanía y simpatía, este fin de semana surgió una delicada tensión con dos países vecinos, que debe manejarse con agilidad e inteligencia.
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Además de despacharse contra Uribe con epítetos insólitos, Chávez ha ordenado militarizar la frontera con diez batallones y tanques y ha cerrado su embajada en Bogotá. Declaró lo sucedido una violación de la soberanía ecuatoriana, dijo que Colombia, con apoyo de Estados Unidos, se está convirtiendo en el "Israel de América" y amenazó con la guerra si una incursión similar tiene lugar en territorio venezolano.
Y el presidente Rafael Correa -quien inicialmente había reaccionado con más tranquilidad, luego de la llamada de Uribe, el sábado por la mañana, en la que le explicaba los hechos- llamó a consultas a su embajador, envió una nota de protesta por considerar la operación contra 'Reyes' un acto de agresión y una violación de la soberanía del Ecuador, y suspendió su prevista visita a Cuba para atender la emergencia. Dijo que irá hasta las últimas consecuencias para aclarar un episodio sobre el cual, según él, su colega colombiano está o "mal informado o miente descaradamente".
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Aunque no resulte fácil, lo primero que debe hacerse es separar ambas crisis. Es sintomático el cambio de actitud del presidente Correa luego de su conversación con Chávez que, como lo dijo un analista internacional, lo hizo aparecer como "un cachorro del imperio... venezolano". Pese a ello, el gobierno colombiano debe hacer todos los esfuerzos por aclarar su posición frente al ecuatoriano y normalizar las relaciones. En Quito también deben considerar la disyuntiva de hierro en la que se encontraron las autoridades colombianas al estar ante la oportunidad de asestar un golpe decisivo a una guerrilla que hace tiempo usa la frontera como puerta giratoria.
Con Venezuela, la cosa es a otro precio (como lo es, aunque de menor talla, con Nicaragua, cuyo presidente, Daniel Ortega, también habló de "asesinato" y llamó "hermano" a 'Reyes'). La relación Bogotá-Caracas, que venía mal, recibe un golpe mortal. El cierre de la embajada equivale casi a una ruptura de relaciones. No tiene precedentes en el sistema interamericano que suceda, además, por causa de una operación exitosa de un gobierno legítimo contra una organización ilegal, calificada como terrorista en medio mundo. Alegar, como lo hizo el canciller Nicolás Maduro, que la muerte de 'Reyes' es una "bofetada" y un "duro golpe" al intercambio humanitario es desconocer la confrontación armada en curso en Colombia, de la cual, las liberaciones gota a gota de rehenes y el intercambio mismo son elocuentes episodios.
El caso es que, en esta, Chávez 'peló el cobre' de manera definitiva. Su toma de partido por las Farc es cada vez más abierta. Producto en parte de afinidades de fondo con esa guerrilla y, también, de necesidades políticas tácticas, luego de su derrota en el referendo de diciembre y ante unas elecciones locales críticas en noviembre próximo, en medio de una situación económica cada día más ingobernable, Chávez parece lleno de razones para escalar su confrontación con Colombia.
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Su reacción ante la muerte de 'Reyes' tiene otro efecto: más allá de las posiciones encontradas que en Colombia existen frente al gobierno Uribe, la gran mayoría del país cierra filas ante lo que percibe como una hostil e inadmisible intervención de Chávez en asuntos internos colombianos.

Habrá que ver qué pasos se dan, pero, por lo pronto, entramos en un tenso período de confrontación, ojalá solo verbal y diplomática, entre Colombia y Venezuela. Al prudente silencio con el que se ha respondido hasta ahora, y sin dar pie a provocación alguna, quizá sea hora de añadir una mediación internacional, o de buscar que el sistema interamericano comience a jugar un papel activo en una crisis que puede desestabilizar a toda la región. Las cosas con Venezuela están pasando de castaño oscuro y eso no es bueno para nadie.